Me preocupan las implicaciones de un nuevo agente infeccioso que se ha extendido por todo el mundo y continúa encontrando nuevos puntos de apoyo en diferentes sitios. Estoy preocupado por el bienestar de la tercera edad por ser frágiles de salud, ellos son los que llevan la peor parte, y de manera desproporcionada, a manos de este nuevo problema.
Me asusta es la pérdida de razón y la ola de miedo que ha inducido a las masas de nuestras comunidades, a un pánico generalizado, veo a cientos de miles acumulando cantidades groseras de cualquier cosa que pueda llenar adecuadamente un refugio antiaéreo en tiempos de guerra.
Me preocupa el tema de las máscaras que son robadas de hospitales y clínicas de atención de emergencias donde realmente se necesitan. Tengo miedo de que los hospitales estén abrumados con cualquiera que piense que tiene el virus.
Tengo miedo de las restricciones de viaje lleguen tan lejos que se cancelen las reuniones con socios estratégicos, que, aunque pueden ser virtuales, no remplaza las que se cierran con un apretón de manos. Se cancelarán las graduaciones y las ya esporádicas reuniones familiares.
Qué pasará con los Juegos Olímpicos … eso también podría ser eliminado.
Tengo miedo de que esos mismos temores epidémicos limiten las actividades comerciales, perjudiquen las familias más vulnerables en múltiples sectores, incluyendo las viviendas y finalmente caer en una recesión global.
El final de este virus no está cerca. Llegará a nuestra ciudad, será un amigo, incluso a un familiar cercano a usted en algún momento.
No esperemos para ser sorprendidos.
El hecho es que, el virus en sí mismo no hará mucho daño cuando llegue. Pero nuestros propios comportamientos podrían resultar desastrosos.
Les pido a todos. Moderemos el miedo con la razón, el pánico con la paciencia y la incertidumbre con la educación.
Tenemos la oportunidad de aprender mucho sobre la higiene, salud y limitar la propagación de innumerables enfermedades transmisibles en nuestra sociedad. Enfrentemos este desafío juntos con el mejor espíritu de compasión por los demás, paciencia y, sobre todo, un esfuerzo inquebrantable por buscar la verdad, los hechos y el conocimiento en lugar de conjeturas, especulaciones y catástrofes.
Los hechos no temen. Manos limpias. Corazones abiertos.
PV