Los movimientos entre fronteras, se desplomaron en el 2020 cuando la pandemia del Covid-19 arrasó el mundo, reforzando las dudas sobre el futuro de la globalización.
A medida que avanzamos este 2021, los últimos datos reflejan una imagen más clara y esperanzadora.
Los negocios globales no van a desaparecer, pero el panorama está cambiando, con importantes implicaciones para la estrategia y la gestión.
No es probable que la pandemia Covid-19 lleve el nivel mundial de globalización por debajo de donde se encontraba durante la crisis financiera global de 2008-09 (el peor revés para el comercio internacional y los flujos de capital en décadas).
El comercio en consumo cayó más rápido en marzo y abril de 2020 que durante la Gran Depresión y la crisis financiera mundial. Pero comenzó a crecer nuevamente en junio y se disparó hasta su nivel anterior a la pandemia en noviembre. A pesar de las perturbaciones iniciales, el comercio resultó ser un salvavidas para las economías y los sistemas de atención de la salud. El comercio de productos médicos y electrónicos (para trabajar desde casa) se disparó, ya que el distanciamiento social desplazó el gasto de los servicios locales (por ejemplo, restaurantes) a bienes importados.
El cambio comercial debería poner fin a la idea de que Covid-19 es la última gota para las cadenas de suministro globales. Muchas empresas ya han dejado de lado los planes de reubicación de la era pandémica, reconociendo que concentrar la producción en el hogar a menudo aumenta los costos sin aumentar la resiliencia.
La diversificación en ubicaciones de producción eficientes nacionales y / o extranjeras, junto con inversiones en tecnología e inventario, generalmente tiene más sentido, y las encuestas muestran que más empresas adoptan estas estrategias.
Se espera que los cambios en la cadena de suministro se aceleren cuando los viajes de negocios se vuelvan a abrir, pero con la mayoría de las tendencias prepandémicas, como China más un abastecimiento, continuando.
Con el comercio aún fluyendo, las empresas corren el riesgo de quedarse atrás competitivamente si pierden insumos importados o ventas de exportación. Por lo tanto, los esfuerzos para aumentar la resiliencia deben encajar en estrategias más amplias de la cadena de suministro que aborden los cambios en la demanda y los costos de producción en los países, las tensiones geopolíticas y los avances en la automatización y otras tecnologías.