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Toda acción conlleva hacía aprender

La mayoría de las veces, tomar decisiones es el trabajo más importante y complejo de cualquier líder, coordinador o director en una empresa. 

No sólo es difícil, también es arriesgado. Las malas decisiones pueden perjudicar una operación, desequilibrar las relaciones laborales y en ocasiones, la posibilidad de avanzar en tu carrera dentro de la organización. 

Entonces, ¿De dónde vienen las malas decisiones y cómo evitarlas? En muchos casos, se puede analizar, revisando la forma en que se tomaron estas decisiones.

Usualmente, la mala decisión se presenta cuando todas las alternativas no se definieron claramente, o la decisión errónea se tomó sin recopilar la información correcta o completa.

Cuando afrontamos una situación adversa, difícil o compleja, es fundamental determinar qué está impulsando a la necesidad de tener que tomar decisiones, ¿Qué parte del organigrama falló que nos llevó a tomar decisiones en ese momento?

He allí el primer enfoque, porque de existir una cadena de mando, el tomar una decisión que representó un inconveniente por ser la equivocada, tiene relación directa con la falta de información creada por una fisura en el organigrama.

Es importante observar y no mirar, escuchar y no oír, dejar las emociones a un lado y ser objetivo. Esta no es una tarea fácil. Como seres humanos, nuestro instinto es aplicar nuestros valores personales a la experiencia de los demás (históricamente no funciona).

Para mí, en particular, una mala decisión que presentó un inconveniente no es tan importante como la habilidad que debe desarrollar un gerente para recuperarse, aprender y seguir adelante.

Hay personas que realmente nunca se recuperan de una mala decisión. Como resultado, nunca siguen adelante, nunca encuentran el éxito. Las personas se sumergen en un pasado que no los dejar ir.

La química:

En algún momento leí, en un boletín interesante de Harvard Business, que cuando se toma una decisión, ya sea buena o mala, es realmente un proceso que integra información de hasta 30 partes diferentes del cerebro. 

Cuando se presenta la necesidad de tomar una decisión ante una nueva situación, hacemos suposiciones basadas en experiencias y juicios de estas situaciones aparentemente similares que fueron vividas anteriormente. En el ajedrez, un buen jugador puede evaluar su juego y elegir una movida de alta calidad en tan solo seis segundos dibujando patrones que ha visto anteriormente. 

Pero el reconocimiento de patrones también puede engañarnos. Cuando nos enfrentamos a situaciones aparentemente familiares, nuestro cerebro puede hacernos pensar que las entendemos cuando no es así. Allí viene la mala decisión.

Primero, no asumamos, recopilamos información, identifiquemos donde falló el organigrama que nos obligó a reaccionar y tomar una decisión, y, por último, aprendamos del error y sigamos adelante.

PV